¿Tres tristes tigres?

Esa noche, al bajar de la montaña, nos robaron las bicicletas. 

Solo nos quedaba reírnos, conformarnos con la fortuna de no tener 

las heridas abiertas. 

El camino estaba lleno de flores colgando de las paredes

aún podía reconocer el olor de los jazmines a kilómetros 

y eso parecía gustarte.

Como cada viernes, estábamos todos juntos: tres tigres más uno

caminábamos como ciegos detrás de la cola del elefante

ensayando nomenclaturas distintas para los días venideros

para los tiempos en que nos sabríamos lejanos.

Qué soberbia había sido declarando mi amor a esta ciudad

a los parques, cafés y bares, al «índice de caminabilidad», 

Creyendo los escalones y las amplias columnas indestructibles 

Por la tarde habíamos visto un niño abrazando un tanque de gas 

(¿estaría solo? no quiso hablar con nosotros); 

en la acera contigua, dos hombres talaban una serie de árboles

«porque las hojas que caían eran basura».

La memoria de este sitio parecía extinguirse

y aún así de cuando en cuando encontrábamos algo que nos parecía bello:

un par de toros negros pastando las últimas raíces 

Algún grupo de amigos (como nosotros) que decidían gastar los billetes guardados en las escasas botellas de vino que aún circulaban en las rutas.

Estábamos pues bajando de la montaña 

hambrientos y casi fatigados

Yo me apoyaba en tu brazo mientras Tei y Pedro caminaban delante de nosotros 

Hablaban de música y decidían qué disco preferirían que sonara en sus funerales: 

tendría que ser algo honroso para la familia 

pero también algo que iluminara sus mitologías personales 

Dije en voz alta que ojalá pudiera conseguir un durazno 

me imaginé mordiendo su cáscara aterciopelada, descarnándolo hasta el hueso 

ansié besar el sabor agridulce y jugoso.


¿Por qué nos detenemos?

los tres hombres sonrieron, cada uno en su muy propio carácter 

Pedro empezó a hurgar en su mochila y sacó un durazno envuelto en periódico (!)

lo pasaron de mano en mano hasta que llegó a las mías 

y entonces me sentí en una fiesta de cumpleaños.

Liliana Magdaleno

Liliana Magdaleno Horta (Irapuato, México, 1992). Es Maestra en Literatura Hispanoamericana. Fue parte de la Fundación para las Letras Guanajuatenses (2015) y del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (2022) de la Secretaría de Cultura. Participó como integrante del cuerpo académico del Diplomado en Literatura Mexicana a cargo de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Maestría en Docencia Universitaria de la Universidad de Guanajuato. Se ha desempeñado como editora y locutora. Su trabajo ha sido publicado en las antologías El tótem de la rana: catapulta de microrrelatos (BUAP, 2017), Las avenidas del cielo: muestrario poético de Aguascalientes y Guanajuato (UAA, 2018), Punto de partida, núm. 209: Diez poetas de Guanajuato (1982-1996) (UNAM, 2018), Inventio (UAEM, 2019), Escritoras Universitarias (2021), Novísimas (2021) y  Escritores Jóvenes Visitan Cuévano (2023). Actualmente desarrolla un proyecto doctoral apoyado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías a propósito del ensayo literario.

https://www.instagram.com/lilianamag_no
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