Las que hablan con las piscinas

 A Amelia Bande y 

les compañeres del Taller de Dramaturgia en español (2022) de NYU: 

elles trajeron el agua, yo le di forma de piscina.

Recuerdo que una tarde, 

como oyera un leve ruido en el cuarto vecino al mío, 

pregunté en voz alta: «¿Quién anda por ahí?» 

Y la voz de una criada recién llegada de su pueblo contestó: 

«No es nadie, señor, soy yo.»

Octavio Paz, Máscaras mexicanas

PERSONAJES:

ABIGAIL, padre

YOLI, hija

SEBASTIÁN, hijo del patrón

MAURICIO, patrón

ACTO ÚNICO

Antes del amanecer. Una piscina en una casa de campo. Es tierra caliente. La casa hace parte de un conjunto. Cada casa tiene suficiente terreno para no sentir al vecino. No vemos bien esta casa, pero la sospechamos sobria, campestre, elegante. La noche anterior hubo fiesta. Se siente en el ambiente. Vemos la piscina. Una piscina recreacional. Atrás sospechamos una vista a las montañas, pero todavía es muy oscuro y no se ve nada. Los últimos chimbilás, que sienten que el amanecer llega, pasan volando. Algunos insectos se despiertan. Otros, augurando su muerte, rugen con todas sus fuerzas, como si quisieran que algo de ellos se quedara para siempre en este mundo.

El único ser humano a la vista es ABIGAIL (35 años). Está en la piscina. Es joven, pero parece viejo. Es pequeño, pero ancho. Grande. Se mueve como esas personas que escalan árboles de diez metros en menos de dos minutos. Así, como si no pudieran cerrar las piernas y los brazos. Es anaranjado.

ABIGAIL tiene una manguera para limpiar piscinas en la mano. Parte de la manguera está metida en el agua y conectada a un succionador. Una luz dentro de la piscina se prende. Algunos insectos, ahogados en el agua, saltan.

ABIGAIL: (Grita en voz baja.) ¡Pendeja: esa es la luz! (Se apaga la luz.)

YOLI: (Desde afuera.) ¡No encuentro nada!

ABIGAIL: ¡Shhh!

YOLI: (Hablando más pasito. Desde afuera.) Pues, ¿y qué hago?

ABIGAIL: (Ambos van a mantener un tono de voz bajo por el resto de la obra, a menos de que se mencione lo contrario.) Es al lado de la vaina. 

YOLI: ¿De cuál vaina?

ABIGAIL: (Espacializándolo con las manos a la vez que lo describe.) Está el botón, ¿sí? Usted ya lo pilló. Esa es la luz. Abajo hay otro botón. (Se prende otra luz en la piscina. Saltan otros insectos ahogados.) ¡Que ese no! (Se apaga la luz.) Está el botón. Abajo, otro botón. Es al lado. (Suena una bomba succionadora.) ¡Eso! (Se prende la primera luz de la piscina. Quiere volver a recriminar. Se detiene. Aprovecha para buscar un baldosín dentro de la piscina. Lo encuentra. Lo lee. Ríe para sí. Luego se indigna. Las tripas se le revuelcan. Se pone triste. Clama al cielo. La garganta le da una idea. Tranquilo, vuelve a su oficio.)

Entra YOLI. Tiene 17 años. Es pequeña, como el papá. Acuerpada. Se viste con el fin de taparse el cuerpo.

ABIGAIL: (La ve entrar.) ¿Y por qué volvió a prender la luz?

YOLI: Para que usted viera. Está muy oscuro aquí.

ABIGAIL: Mija: yo no necesito ver nada. Conozco esta piscina de pé a pá. La tengo aquí en esta cabezota recontrapintada. 

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YOLI: ¿Les está ahorrando lo de la luz de la piscina, o qué, pues?

ABIGAIL: ¡No sea pendeja! Naranjas, apáguela. 

YOLI: (Sale. Se apaga la luz. Habla en voz alta.) ¿Así?

ABIGAIL: ¡Shhh! (Entra YOLI y se hace al lado ABIGAIL.) Esta es la máquina de la que le estaba hablando...

YOLI: (Lo interrumpe.) No veo nada.

ABIGAIL: ¿Tiene bien abierto los ojos?

YOLI: ¿Cómo va a saber dónde está sucio?

ABIGAIL: Toda está sucia.

YOLI: Pues sí, pero ¿qué tal que una parte esté más sucia que otra?

ABIGAIL: ¿Y qué hay con eso?

YOLI: Pues que por no ver se le pasa.

ABIGAIL: A mí nada se me pasa.

Juan Diego Arias

Juan Diego Arias (Bogotá, Colombia, 1988). Estudiante de PhD en Performance Studies en NYU (Estados Unidos). Trabajó por ocho años en el sector teatral de Bogotá en sus tres áreas: la administrativa, la artística y la académica. En 2018 Ediciones Mulato publicó tres de sus obras originales: Ascuas y azufre. Historia de Navidad. Las ruinas del agua y del fuego.

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