Virginia Brindis de Salas y Edgarda Cadenazzi

¿Dos poéticas vanguardistas?

Joanna Kosinska

En el presente texto pretendo abordar ciertas características de dos poéticas que en una primera lectura pueden resultar distintas a pesar de ser contemporáneas en el tiempo. Me refiero a la poesía de las poetas uruguayas Virginia Brindis de Salas y Edgarda Cadenazzi. Para emprender este trabajo y para hacer dialogar a las poetas, de ser posible, partiré de las vanguardias históricas que se presentaron de forma particular en Uruguay con respecto a su impacto más frontal e inmediato en Europa. Por eso es pertinente comentar qué tipos de vanguardias históricas pueden verse reflejadas en algunos poemas de las poetas mencionadas con anterioridad. Sin embargo, se advierte que este texto no pretende mostrar solo la presencia de cierta estética vanguardista, sino también dar cuenta en qué medida se alejan de cierta práctica vanguardista. Como es sabido, las vanguardias históricas no se dieron en todos los sitios con el «mismo heterodoxo frenesí»,  para seguir a Eduardo Espina, con respecto a Francia, Italia, etc,. El caso de Latinoamérica es un ejemplo claro de que la vanguardia no fue recibida y practicada del mismo modo en el que se hacía en lugares de Europa. Pero sí hubo excepciones, podría pensarse el caso del surrealismo en nuestro continente tomando como referente a la pintora Frida Kahlo o también puede ser útil pensar en la Semana de Arte Moderno de São Paulo, que ha sido señalada por Ángel Rama como la entrada de las vanguardias en nuestro continente. Según Rama, esta se presentó como la eclosión de una vanguardia orgánica (Rama, 1973, 59). 

Pero lo cierto es que en Uruguay toda tentativa a este tipo de estéticas se presentaba como una suerte de amenaza para el statu quo del Uruguay batllista, no había lugar para la novedad o lo disidente, los que apostaron a una estética subversiva eran pocos y marginales. (Espina, 1994, 35).  Espina señala algo muy interesante con respecto a las vanguardias en nuestro territorio, luego de señalar que, Uruguay había alcanzado ciertas transformaciones sociales y políticas que lo hacían colocarse un paso más adelante que el resto de los países latinoamericanos, sin embargo no había tal dimensión transformadora en cuanto a lo estético, por esa razón no había existido vanguardias, porque el cambio en ese sentido había sido rechazado. A su parecer, en Uruguay existieron vanguardistas pero no vanguardias (ibíd.). Debido a que no se formaron escuelas o movimientos vanguardistas en sí mismos como sucedió con el surrealismo, sino que se daban excepciones de experimentación y extremismo a nivel individual, en este sentido se podría pensar como ejemplo Julio Herrera y Reissig y Felisberto Hernández (Espina, 1994, p. 36). Con todo, podríamos establecer que hubo poetas con estéticas vanguardistas pero que no fueron protagonistas de ella, porque el proceso para ello fue rechazado en Uruguay, por una sociedad lo suficientemente conservadora como para impedirlo. Como explica acertadamente Ángel Rama «los latinoamericanos compartieron la vanguardia del “ombligo del mundo” pero nunca fueron sus protagonistas» (1973, p. 61). Considero que esa carencia de protagonismo tiene que ver con muchos factores, en particular me interesa señalar lo que Carlos Martínez Moreno llama «vanguardia sin dureza» un fenómeno que se dio especialmente en Uruguay, en las décadas de 1920 y 1930. Estos años carecieron de la «estridencia propia de las renovaciones raigales de las grandes propuestas transformadoras» (p. 124), surge sin irrumpir porque tampoco hay violencia de eclosión, en nuestra vanguardia no hubo disidencias y tampoco rebeliones (Martínez Moreno, 123-124), o tal vez si se daban pero de forma individual y contados son los casos.

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Considero que todo lo mencionado arroja luz a la hora de hacer un análisis de poetas como Edgarda Cadenazzi y Virginia Brindis de Salas. La primera poeta no publicó libros en vida, aunque sí publicaba en revistas. Tuvieron que pasar veintisiete años después de su muerte para que finalmente se publicara El Tobogán Solitario (1918). Al leer algunos poemas de este libro, vemos tendencias futuristas muchas veces explícitas pero otras veces más atenuadas. (1) Tanto es así que fue incluida en la Antología de la poesía futurista uruguaya —de 14 poetas incluidos/as, dos eran mujeres: Edgarda Cadenazzi y María Elena Muñoz—, publicada en el 2014, bajo el nombre lúdico de Poesie che sanno di nafta. Este libro, así como la publicación del libro de Cadenazzi, se presenta como un intento de reunir y traer al presente diferentes poéticas que han quedado en el olvido. En el caso Poesie che sonno di nafta (2014), se trata de reunir poetas que tomaron una estética de corte vanguardista y la incorporaron a la creación artística. El caso de El tobogán solitario y otros textos (2018), se trata de la recuperación de una voz poética en un intento de hacerle justicia a una poeta casi que desconocida y poco estudiada tal vez por las tensiones que se forman dentro del canon literario (Costa Puglione en Cadenazzi, p. 9). Una de ellas tal vez sea la condición de mujer. Claudia Pérez, ha sostenido que el canon literario «es masculino, la enseñanza así lo difunde, y las escritoras, algo rezagadas, deben valerse de ciertas estrategias, si quieren posicionarse en la zona de la visibilidad o, de lo contrario, esperar a que el tiempo repare la reticencia» (Pérez, 2019, p. 11). Si bien la académica lo expone para referirse a la poeta Cristina Peri Rossi, lo antes citado no resulta pretencioso para entender la dificultad de la entrada al canon literario de Edgarda Cadenazzi. Ese intento de reparar la reticencia, del que habla Pérez, parece recién comenzar: la publicación del primer libro, e incluso la incorporación de su poesía en cursos universitarios. Esto conlleva a pensar en la formación de los cánones literarios, a saber de Mary Louise Pratt, son criterios inestables y de algún modo se emplean para dar valor literario fundándose en jerarquías de la propia sociedad (2000, p. 71), en el caso de la literatura escrita por mujeres, el canon es excluyente en gran medida. Estas observaciones también resultan muy útiles para la lectura de Virginia Brindis de Salas que haremos más adelante. 

Regresando a El tobogán solitario, el poema «Canto a la indiferencia» parece confirmar que la poeta es consciente de la influencia futurista pero que sin embargo, no la utiliza como una estética radical en su poética. Hay elementos que convergen en el poema, que pueden o no considerarse vanguardistas: «Soy un logaritmo, / en un teorema nocturno. / Ansiedad de número complejo. / A más la desesperación de no ser una letra en el álgebra de un bandolero» (Cadenazzi, 2018, p. 57). En el primer verso podemos percibir cómo las características vanguardistas conviven en una contradicción, es decir, lo que es y no es considerado futurista para Marinetti. Estamos frente a una poesía del yo y si vamos al Manifiesto técnico de la literatura futurista (1912), podemos leer: «DESTRUIR EN LA LITERATURA EL “YO”», o sea toda psicología. (...) Sustituir la psicología del hombre, ya agotado, por la OBSESIÓN LÍRICA DE LA MATERIA» (Marinetti, 1978, p. 161). Cadenazzi apela a la poesía del yo, no solo lo vemos en los primeros versos, se presenta en todo el poema, palabras como estas recorren la pieza antes citada: «ansiedad», «desesperación», «Mi pasión» «Mi amor», etc.No obstante, Cadenazzi al mismo tiempo despliega y conjuga desde el álgebra, imágenes poéticas que son en sí mismas propuestas nuevas, poniendo en juego una rama de las matemáticas como el álgebra. Para el futurismo de Marinetti, el signo matemático aparece como signo poético —también están presentes los números 2 y 3 en el verso trece y 4 en el verso dieciséis—.Las tensiones entre una convergencia y divergencia con respecto al futurismo subyace el poema y hacen de él una creación única. A su vez, el salto vanguardista estaría contemplado en el eludir la comprensión lógica que nos tenía acostumbradas la literatura uruguaya: «Intención negra» (v. 5). Pero también es sugestivo percibir el choque analógico que está dado por dos esferas distintas: el álgebra y lo sentimental. Esta tensión, así como la tensión de acercamiento y distancia con respecto a la vanguardia parece orquestar el poema. Lectura que se puede extender a todo el poemario…

(1) Se puede considerar para esta lectura, la amistad que tuvo con el poeta futurista Juvenal Ortiz Saralegui, cartas y elogios públicos por parte del poeta dan cuenta de este vínculo, que podría haber reforzado cierta estética futurista en Cadenazzi. (Ver apartado «Textos-homenaje» en Cadenazzi, 2018).

Valentina Dos Santos

Valentina Dos Santos (Uruguay, 2000). Estudiante de la Licenciatura en Letras de la  Universidad  de  la  República. Formó parte de la antología virtual En el camino de los perros. Participó como invitada en el Primer Encuentro Nacional de Poetas Mujeres Ultrajóvenes, Las fauces invisibles. Fue seleccionada para participar en la Residencia del 28° Festival Internacional de Poesía de Rosario. Fue publicada por la revista Tenso Diagonal.

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