Yangula

Dorothe

Y entonces, luego de las largas y estériles sesiones en la ONU, los dignatarios de las naciones afectadas por el doblado de su continente irían a un bar que aparentemente no se vería de mucho caché y pedirían una bebida típica de su zona y, olvidada la compostura que exige su dignidad, inclinarían la cabeza para rezar a su dios, el gran Yangula: Oh, Yangula, batefeba yugungula, gran dios Yanga, padre y hermano, gracias a ti por darnos la paciencia para tragar las tonterías que han soltado aquí los otros ante las narices del mundo entero y también por guiarnos a casa sanos y salvos. Esto que hacemos, glu glu glu, lo tomamos a tu salud, gran dios, e inclinamos otra vez la cabeza.

Siendo el mar atlántico  tan cálido, sobre todo en la zona en la que África se dobla para que los navegantes divisen a los pobladores del Golfo de Guinea, extraña que los que piensan, sueñan y escriben las cosas no hayan decidido todavía crear la historia de un dios marino llamado Yangula. En serio, ¿no extraña que a estas alturas de la historia no haya habido una reclamación en la ONU misma sobre la falta de iniciativa de los países implicados en lo que se refiere a la creación de la historia de Yangula? Yo menciono a la ONU porque es una organización en cuyas reuniones se puede discutir de todo en un ambiente de civilización y escepticismo. Esto último lo digo porque la aparente seriedad con la que se habla en la ONU hace creer que muchas de las personas mandadas allá no creen nada de lo que se dice, y la única motivación que tienen es esta posibilidad de que un extraño con un traje estrafalario, o un hombre nacido para ser estrafalario, te escuche hablar en tu lengua y tenga compasión de ti por la seriedad con la que sueltas las tonterías que el mandamás de tu país te ha mandado leer, y si no, eres precisamente este engolado mandamás. Francamente, el surrealismo con que se vive en la ONU debe de ser candorosamente tierno.

Ahora, al ajo directo, obviada la mención de la ONU, ¿por qué es perentoria la necesidad de traer al conocimiento público la existencia del marino dios Yangula? Porque si las naciones de la torcedura de África hubieran hecho lo que ya exigimos, toda su historia marítima se hubiera llenado de una hondura dramática sin par. Además, serían como otros dioses porque habrían dado vida imperecedera a un señor con unas facultades de fábula. Sí, imaginen que la gente de Sierra Leona, de Liberia, de Ghana y Costa de Marfil, seguida inmediatamente de los nativos residentes de los otros países costeros, se hubiera puesto de acuerdo en venerar al mismo dios y que en su folklore hubiera muchas referencias a su hazaña. ¿No serían la envidia de los mismísimos y emperifollados oradores de la ONU? No, en serio, ¿se imaginan la cara que pondría el dictador Nguyen Van Tra cuando oyera al orador de Liberia, que podría ser su mismísimo presidente, un futbolista? Si se diera el caso de que existiera todavía un dictador que se llame Nguyen Van Tra, y entonces sería un vietnamita sin otra alternativa, ¿han adivinado la cara que pondría si oyera de sus auriculares que un africano de la zona doblada estuviera hablando del señor del mar Yangula? Pues el señor Van Tra no cabría en sí de asombro y pensaría que el tal Yangula debía de ser un dios materialmente solvente y no un evanescente y pusilánime como otros que han poblado la… bueno, la nómina de todos los dioses que han habido desde que el mundo es mundo. Miro la escena y veo a Van Tra arrugando su cara de sorpresa ante el hecho de que un rey negro hable de su dios marino de confianza. Eso de rey negro no es ninguna tontería, ¿eh?, pues muchos de estos atrabiliarios que gobiernan el África doblada se sienten tales, eso hay que decirlo, aunque más adelante abundaremos.

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En serio, las naciones de la zona africana que se dobla para dar lugar al golfo de Guinea perdieron una oportunidad de oro puro. De hecho, o a propósito, hay un país de la zona que en el pasado se llamó Costa de Oro. Parece coincidencia, pero era precisamente cuando las actuales potencias de la ONU iban por los mares africanos imponiendo su ley. Hubiera sido la época de esplendor del gran Yangula. Entonces, ante la asamblea reunida de la ONU, y ante la estupefacción de Nguyen Van Tra, cualquier orador semibantú podría tomar la palabra para contar hechos íntimos del marino rey, como cuando se hizo presente, emergiéndose de las profundas aguas en las que habitaba, para amedrentar a los expedicionarios que recorrían las costas con aviesas intenciones. Sí, en la tribuna misma de la ONU el orador podría referirse al hecho probado, documentado por los escribanos de aquellos barcos, de la estruendosa irrupción de Yangula, abriendo los mares y haciendo perceptible un intimidante y estentóreo carraspeo que aturdía a la tripulación entera. Seguiría el orador dando otros detalles de aquel ser inmortal, como su capacidad de ver el interior del camarote de los oficiales e increparlos si los pillaba en el degradante intento de dar rienda suelta a su lascivia a costa de las africanas detenidas y maniatadas con desigual sevicia.

Sé que el discurso del bantú, semibantú o mandingo que se trate acapararía la atención cuando revelara que aquel dios anfibio o anaerobio facultativo manifestaba su desaprobación por lo que veía obsequiando a los decadentes oficiales con atronadores cuescos, o sea, que Yangula usaba sus sonoros y fétidos pedos para castigar y reprobar, y que aquel castigo había sido tan decisivo que había sido la causa de que más de un mandatario de las potencias de la ONU había nacido con las facultades psíquicas e intelectuales francamente mermadas. ¿Se imaginan el fervor entusiasta con que acogería aquello el señor Van Tra, embargado ante tamaña revelación? Aplaudiría a rabiar, aunque sea solo por dentro, sin aspavientos. Es que Van Tra, ya lo dije, sería un dictador. Además de que guardaría para sí las filias comunistas de siempre, pero hoy por hoy los dictadores saben comportarse cuando están en la ONU.

Bueno, qué lástima, ¿verdad?, que ningún creador de mitos se haya atrevido a desvelar la historia de Yangula, gran dios que, a fe mía, hubiera iluminado el camino de todos los africanos, o los que se hubieran dejado, que esta es otra, como se dice.

Juan Tomás Ávila Laurel

Juan Tomás Ávila Laurel (Malabo, Guinea Ecuatorial, 1966). Es uno de los intelectuales guineanos de mayor proyección internacional. Ha ejercido como redactor jefe de la Revista de Cultura y Literatura El Patio (Guinea Ecuatorial) entre los años 1996 y 2002. Ha sido, desde 1999 hasta la fecha, conferenciante en instituciones nacionales e internacionales, como la Universidad de Murcia (España), Universidad de Missouri-Columbia (Estados Unidos), Universidad de Hofstra (Estados Unidos), Universidad de Rutgers (Estados Unidos), Bates College (Estados Unidos), Westminster College (Estados Unidos), Drew University (Estados Unidos), Kingsborough Community College (Estados Unidos), Fairleigh Dickinson University (Estados Unidos), Universidad de Seúl (Corea), Universidad de Zurich (Suiza) y Howard University (Estados Unidos).  Ha publicado en todos los géneros literarios y recibido, por algunos de sus libros, varios premios en certámenes nacionales e internacionales, como el primer premio de teatro con la obra Los hombres domésticos en el Certamen literario 12 de octubre, organizado en 1986 por el entonces Centro Cultural Hispano-Guineano de Malabo; el primer premio de poesía con Voces del alma en el Certamen 12 de octubre de 1990, el tercer premio de narrativa con El desmayo de Judas en el XXXV Certamen Internacional Odón Betanzos Palacios, que organiza el Círculo de Poetas y Escritores Iberoamericanos de Nueva York, en el año 1999, la mención honorífica en poesía con Historia íntima de la humanidad en la misma edición del XXXV Certamen Internacional Odón Betanzos Palacios, también en 1999. Ha sido nombrado Joseph Astman Distinguished Faculty Lecturer (Universidad de Hofstra, Nueva York, 2003). Es autor del blog Malabo, de la revista electrónica Fronterad, en el que ha publicado cerca de un centenar de artículos sobre la realidad socio-política de su país. Ha hecho colaboraciones con los periódicos La Vanguardia, The Guardian y la revista Debats. 

https://twitter.com/Avilalaurel
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