Las persistentes

«¿De qué es capaz de resistir un cuerpo en búsqueda de su deseo? ¿Qué intérprete puede ser un símbolo de este tema? Para mí siempre fue Rossana»

Quien escribe

Sara Valero Zelwer es dramaturga. Pero prefiere no llamarse de esta manera. Ella escribe para dirigir. Constantemente conversa la Sara que escribe y la Sara que dirige. El viaje comenzó con Las travesías, un espectáculo vía web, que se estrenó en medio de la pandemia, con ese refugio que fue Zoom y la versatilidad que dio al arte durante el encierro. Esta versatilidad llegó lejos, a Alemania, donde pudo estrenar su pieza en el Berliner Theatertrefeen, en la sección Stages Unboxed, durante  su aniversario número 58. Después vino El futuro, a beneficio de la Escuela de Teatro de Petare.

Ahora llegó La Persistencia. Desde finales del 2021, Sara tenía la necesidad de hablar de esa especie de fuerza que invita a seguir, lo que hay detrás de ese deseo. La pieza se presentó durante el marco de la celebración de los 50 años del Centro de Creación Artística TET, el Teatro Luis Peraza — uno de los espacios teatrales más importantes de Caracas—. Se trata de un biodrama sobre la vida de la actriz y directora teatral Rossana Hernández.

«Yo hablo de una generación casi completa que se fue, y ella se quedó a hacer las cosas grandes y bien hechas. Rossana es la mujer que ha llevado adelante las direcciones de 4 obras del Festival de Sergio Blanco. Para mí, simbólicamente representaba eso, persistir».

Sara ya había trabajado el género del teatro gráfico documental antes y había estudiado además el género del biodrama de Vivi Tellas, pero nunca había realizado este trabajo solo con una persona. «Yo sentía que estaba en una fiesta buenísima, sentada en una silla muy incómoda. Para mí era muy importante no hacer porno de su vida, no hacer chisme de su vida, no exponerla, no hacerla entrar en cuestiones personales, que la removieran o la lastimaran. En esta forma de hacer teatro es muy importante tener en cuenta que es teatro y no terapia. Y en ese sentido fue complicado para mí».

El lugar

Sara Valero Zelwer

«Para mí, el TET es mi casa matriz, mi casa propia. Un espacio donde pude formarme. Mi mamá había trabajado ahí, es como una casa, de alguna manera. Como tanto espacios, no está recibiendo una ayuda real y contundente de las instituciones públicas, que deberían estar haciendo cosas por los circuitos teatrales y culturales de la ciudad o del país. En este sentido es complicado, hay una especie de desamparo. Me encantaría ver que de aquí a 10 años, de aquí a 5 años, el TET sea capaz de autogestionarse, no solo para sobrevivir, sino para tener unos baños que sirvan, que funcionen, que las paredes no se resquebrajen».

Rossana Hernández

«Yo no estudié en el TET, estudié en una escuela que se desarrolló a la par de esta escuela, Rajatabla. El TET, sin duda, es una referencia para quienes nos dedicamos al teatro. Siempre estuvo ahí desarrollando trabajo, mientras yo hacía una carrera, he tenido a grandes amigos, y a través de estas relaciones, me he acercado, he sido espectadora. Es una agrupación muy respetable, que ha mantenido una línea de investigación, una forma, una escuela, una mística, un rigor, en la que ha sembrado a varias generaciones su forma de trabajo y que definitivamente ha marcado una influencia en el teatro venezolano. Ahora, como actriz invitada, no es solo un regalo, sino también un honor, una oportunidad muy valiosa que agradezco muchísimo».

Quien actúa

La persistencia es el biodrama sobre Rossana Hernández.

«Para mí todos los que hacemos teatro, y todo los que nos dedicamos al teatro, como a las artes en general, en Venezuela, somos persistentes. Y Sara consideró que yo era alguien que pudiera hablar de eso, y desde el año 2021, ella me habló de ese proyecto, del biodrama. Que fuera un monólogo, algo tan personal, me hacía tener cierta reservas. Como actriz, los monólogos se me convierten en un reto. Yo me decía: ¿qué le puede importar a la gente lo que yo tenga que decir? Por otra parte, me hacía ilusión ver a Sara tan clara sobre lo que quería perseguir en este trabajo.

»Esto ha sido un proyecto bastante sui géneris. Primero vino un proceso de entrevistas donde Sara hacía preguntas y Rossana respondía. Yo respondía desde mi visión del mundo, desde mis experiencias, desde mi tránsitos, por este país en esta vida, y de Rossana hay mucho ahí, hay una gran parte, porque todo lo que está ahí son experiencia personales, muy mías, pero que en algunas ocasiones son atravesadas por las experiencias de Sara, o de un texto como el de Antígona González, de la autora Sandra Uribe. En un gran porcentaje son mis palabras, mis vivencias, me hace sentir que estoy contando mi vida. La experiencia es muy particular porque a pesar de ello, al hacer esta obra no puedo decir que la gente me conoce del todo.

»Hay mucho de Rossana ahí, pero Rossana no es solamente eso. Es muchas más cosas, lo que soy como persona, la dimensión de mí como ser, entonces soy y a la vez no. La representación en escena exige que sea abordado como eso, como una representación teatral. A pesar de que son tus palabras, las tienes que aprender como un texto, donde la técnica tiene que estar muy presente. Al ser tan personal, está la posibilidad de que te involucres muy fácilmente, y si te dejas llevar por eso, puedes perder el control. Sabemos que en escena eso no funciona. Es una pieza que exige mucho control y técnica. Paradójicamente es un trabajo personal que exige poner en práctica todo lo que has aprendido como intérprete. De Rossana hay mucho, pero no es todo Rossana.

»Entender que formas parte del mundo, de un entorno tan particular, y compartir, contar un país, una época, ha sido una experiencia extraordinaria. Sí creo que es complicado, primero porque el espectador no está en contexto, porque escuchar a alguien como yo, tan anónimo y común como yo, no es lo mismo que escuchar las historias importantes de los héroes o ficciones. Sentirse desnuda y dispuesta complica la experiencia, un temor del propio ego, contar mi vulnerabilidades. Eso que me hace frágil. Hay que estar dispuesto, y una vez que lo sumes y lo ves, entonces lo cambias, ese temor se convierte en otra cosa».

Quienes ven y oyen

Rossana Hernández

«En muchas oportunidades, ha sido hermoso encontrarme con un espectador atento, interesado en lo que pudiera contarle. Esto derribó esos temores que yo tenía al principio. Me he encontrado con muchos ojos atentos, curiosos, como enternecidos. Veo mucha identificación con lo que cuento. Creo que eso responde al hecho de que he transitado, que he vivido en el país. Es algo compartido por muchos, hayan sido vividos o no, siento que quien me escucha, lo entiende perfectamente, es como si yo estuviera refiriéndome a situaciones y eventos, a circunstancias, inquietudes que el otro conoce también. Me he encontrado con un espectador que habla mi idioma y que participamos en un mismo momento, que entiende mi entorno. Hay una cosa que permite que la comunicación sea abierta, directa y honesta. En algún momento vi a alguien cerrando los ojos y que no pudo dejar de escuchar. En ese sentido, como intérprete, me siento muy abrigada por quien me escucha, y que es un oportunidad como actriz muy valiosa, que atesoro por el resto de mi vida».

Sara Valero Zelwer

«Lo que más me interesa es que el público se lleve el contacto verdadero con la experiencia particular de Rossana. Es una experiencia que nos baña a todos los venezolanos que hemos vivido en esta época. La obra termina por ser una conversación, y eso es lo que quiero siempre, hablar, hablar como en Las travesías, hablar de la migración como en El Futuro, vamos a hablar. Ese es mi punto de partida. En la conversación no hay mucho espacio para la pretensión. Mucho de lo que la gente disfruta de la obra yo también lo disfruto. Ver cómo es la vida, cómo pasa del humor a la ternura, a algo que duele, a una ironía. Siento que la obra está para compartir todas esas emociones, que nos pertenecen a todos. Son momentos espejo».