Amalia Bautista

«El amor, junto a la vida y la muerte, las tres heridas de Miguel Hernández, componen el universo sobre el que se puede escribir»

Elisa Ayala

Amalia Bautista (Madrid, 1962) es licenciada en Ciencia de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado libros como Cárcel de amor (Renacimiento, 1988), Cuéntamelo otra vez (La Veleta, 1999), Hilos de seda (Renacimiento, 2003), Estoy ausente (Pre-Textos, 2004), Pecados (El Gaviero, 2005), Tres deseos. Poesía reunida (Renacimiento, 2006, 2010), Roto Madrid (Renacimiento, 2008), Falsa Pimienta (Renacimiento, 2013) y el libro de poesía infantil Floricela (La Bella Varsovia, 2019). Fue responsable de la edición de la antología Juegos de inteligencia (Renacimiento, 2011) de la poeta mexicana Rosario Castellanos. Azul el agua es su última publicación (La Bella Varsovia, 2022).

Los versos del poema Pétalos caídos («Se deshojan las rosas con la misma / indiferencia cruel con la que se deshojan / los días de mi vida. / Pienso en el poco arreglo / que tiene todo aquello que está roto / desde antes incluso / de que yo ponga encima mis dos manos») pueden resumir, a grandes rasgos, esta última etapa poética de Amalia Bautista: el no poder hacer nada ante el dolor, la muerte o el fracaso que se presenta al principio de nuestra vida, cuando apenas comprendemos nada, y no nos abandona jamás. Su último poemario Azul el agua, publicado en la editorial La Bella Varsovia, hace un recorrido desde la oscuridad hasta la claridad, desde el miedo hasta el amor, desde las certezas y la incertidumbre cotidianas y a través de los colores, con un lenguaje claro que siempre ha demostrado dominar desde su primer libro de poemas, Cárcel de amor.


Para hacer un pequeño repaso de tu trayectoria poética, ¿qué diferencias se pueden encontrar —o al menos, encuentras tú, como autora— desde tu primer poemario, Cárcel de amor, hasta Azul el agua? ¿Has visto espacio para la fabulación de tus primeros poemas en el proceso de escritura de Azul el agua?

Como bien apuntas, en mis primeros poemas había mucha fabulación. Cuando una tiene todavía poca biografía se inspira en el exterior, literatura, cine, cultura popular, etc. Pero, según he ido cumpliendo años, creo que tengo bastante material con la propia vida y sus infinitos alrededores, así que la fabulación ya tiene un espacio reducido en mis poemas, quizá queda como modo de abordar un tema, pero no como motivo central.

Uno de los poemas más compartidos en redes sociales y que más han llamado la atención a los lectores de Azul el agua es «Revisión ginecológica». Creo que el hecho de que se vaya a recordar es porque al final muchas mujeres han pasado por esa vivencia y otras la pasaremos, y las respuestas a las preguntas del poema serán diferentes en cada lectora. Pero es en esa diferencia de respuestas hace que los últimos versos del poema, como colofón, sean redondos. ¿Pensaste en ello cuando escribiste el poema o cuando lo remarcó tu editora en la presentación del libro en Madrid?

Pensé en ello nada más salir de la consulta. Esas tres preguntas, que me han hecho decenas de veces, de repente, en esta última revisión, se me revelaron con todo el drama que pueden esconder dependiendo de las respuestas. Me di cuenta de lo afortunada que era de poder dar la misma respuesta a esas tres cuestiones y, por lo tanto, fui consciente también del dolor sin nombre que conllevan otras respuestas. Y creo que es un poema que ha conmovido, o les ha importado, exclusivamente a las mujeres.

En Azul el agua se ven el dolor, la soledad y el miedo acompañados del paso del tiempo o el recuerdo (como «Pétalos caídos», de mis favoritos, o «Quitamiedos»). ¿Esa «indiferencia cruel con la que se deshojan / los días de mi vida» te acompaña ahora también, o solo en el momento de reflexión antes de la escritura?

Creo que me acompaña siempre, aunque a veces soy capaz de olvidarme porque estoy ocupada con cosas verdaderamente importantes, o porque estoy contenta sin más.

La infancia también aparece en casi gran parte de tu obra poética, y también se ve en este poemario en poemas como «Agua» y «Crecemos y olvidamos», aunque tratan la infancia desde perspectivas diferentes. ¿Se podría decir que utilizas la infancia como un recurso poético?

No intencionadamente. Para mí la infancia no es un recurso poético, es mi infancia, y de algún modo sé que ahí ya estaba todo lo que vino después, yo ya era la misma persona que soy, y se lo debo, para bien y para mal, a aquella infancia. Mi miedo, mi dolor, mi alegría, mi gratitud, mi asombro o mi terquedad vienen de allí, ya estaban conmigo y me formaron.

Para muchos, eres la «poeta del amor» por la cantidad de veces que aparece en tu obra. Y no solo tratas el amor de pareja en tus poemas, sino en tu obra también podemos leer sobre el amor hacia tus hijas, hacia la vida —aunque a veces sea cruel—, hacia la cotidianidad; y también sobre el desamor, por supuesto, e incluso las dinámicas de poder en el amor (por ejemplo, recuerdo sobre este tema «Cárcel de amor» o «Cuéntamelo otra vez»). ¿Crees que es así por ser uno de los grandes temas universales de la poesía o tiene más bien relación con tus vivencias personales?

El amor, junto a la vida y la muerte, las tres heridas de Miguel Hernández, componen el universo sobre el que se puede escribir. En proporciones variables, y no siempre distinguibles, todo el que escribe utiliza estos tres ingredientes porque no hay más. Y, por supuesto, las vivencias personales van dejando su poso en los poemas.

Uno de los países que más ha acogido tu poesía fuera de España es Portugal. ¿Cómo te sientes con el hecho de que se haya traducido tu obra para llegar a un público que no comparte tu mismo idioma? ¿Piensas que en la labor de traducción se pierde algún matiz de tu obra poética? ¿Se traducirá Azul el agua al portugués?

No soy capaz de expresar el tamaño de mi asombrada gratitud a los lectores portugueses. Me siento feliz, abrumada, incrédula... Y sé que todo esto se lo debo a los editores de Averno, Manuel de Freitas e Inês Dias. Inês ha traducido mi poesía de un modo exquisito, con una profesionalidad y una sensibilidad que no creo que haya dejado que nada se pierda. En cuanto a la posible traducción de Azul el agua, aún es pronto para saberlo, pero quizá se haga una antología ampliada que incluya algunos poemas de este último libro.

Siempre recomiendas la poesía de Rosario Castellanos y te encargaste de la edición de su antología en la editorial Renacimiento. ¿Cuáles son tus poetas latinoamericanos favoritos? ¿Crees que en la actualidad hay una conversación, o al menos intercambio de ideas, entre la poesía española y la latinoamericana?

Son muchos los nombres que debería citar, quizá demasiados. Por ejemplo, Alí Chumacero, Lêdo Ivo, Idea Vilariño, Rubén Bonifaz Nuño, Ana Ilce Gómez, Violeta Parra y, cómo no, Borges, aunque sea un europeo nacido en Argentina. Pero, para mi gusto, Rosario Castellanos es la mejor de todos.

En cuanto a la segunda pregunta, creo que hay un flujo, todavía desigual, entre España y América. Llegan allí más cosas nuestras que a la inversa, algo ilógico, aunque solo sea por el volumen de personas (y de personas que escriben) que hay a un lado y otro del océano. Es cierto que la tecnología, las publicaciones online y, sobre todo, las redes sociales, están contribuyendo a que este intercambio sea cada vez mayor, aunque no todo lo que se comparte valga la pena.

También formas parte del jurado de premios de poesía joven como el Premio Adonáis o el Premio de Poesía Joven RNE; y tu último poemario está publicado La Bella Varsovia, una editorial que apuesta por voces jóvenes. ¿Cuál es tu percepción, en general, de la poesía que escribimos los jóvenes hoy en día?

Como en todos los presentes, hay muchos poetas y, por tanto, muchos registros y voces diferentes. Es verdad que suelen compartir una música del momento, unos temas que les preocupan y un tono fresco, muchas veces irónico, que es síntoma de la edad. Y, como en todos los presentes, hay que dar tiempo y ver qué pasa.

Teniendo en cuenta que acabas de publicar Azul el agua y que tu ritmo de escritura no es rápido. ¿Qué autores esperas que publiquen antes de que empieces a pensar en tu próximo libro, o a qué libros tienes echado el ojo? ¡Vale también narrativa o ensayo, por supuesto!

Uf, no tengo ni idea, lo siento, no podría responder a esto.

Gudrun Palomino

Gudrun Palomino (El Puerto de Santa María, España, 1998). Es traductora graduada por la Universidad de Granada y por la Universidad de Essex. Tiene un Máster en Traducción Médico-Sanitaria por la Universidad Jaume I, donde es doctoranda e investiga sobre la traducción de Sylvia Plath y las humanidades médicas. Se han publicado sus poemas en las revistas Casapaís, Altavoz Cultural y Centauros, ha publicado relatos en la antología Relatos confinados de la editorial Blackie Books y traduce para editoriales como Navona, Bamba y Urano. Colabora como redactora especializada en poesía en medios digitales como Zenda, Casapaís y Papel en blanco. Es finalista del Premio Adonáis 2022.

https://www.instagram.com/gudrunpalomino/
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