Grandes deudas gran usura
entra en su rama cortada
el árbol caído, entra
en su filo virtuoso el don de la herida
que te permite hablar
y pagar en esa destruida soledad,
ave de mil caídas,
un millar de veces profanada
sin cuentas, y pagar la deuda
de una muerte, porque debo una
muerte: la mía, un deudor,
el que está en deuda y es esta
la mía tu liturgia
de ese tu mío alarido niño
con que callabas tu silencio
bravo en la cornada por la cornisa bravo
y embravecido porque no llegarás a mí
porque sentenciaste
que haya humo entre el mundo y yo
y arrancaste a arder ante el espejo