Poesía de Quetzal Pulwaiya
Ir
En español el verbo ir significa caminar;
en húngaro, significa escribir.
Me conmueve saber que oculto páginas
en calles repletas de colillas y luces tenues,
que no han sido en vano los barrancos
habitados por halcones y alacranes,
que he dejado memoria en los cafés
donde no hablaba con nadie.
Con su alfabeto de pasos,
mis pies escriben cosas que no comprendo:
me pregunto si trazan oraciones
cuando entro en la cocina, si corrigen
sus palabras al volver de noche,
o si los barrenderos de las calles las borran
por las mañanas.
Prodigué mi obra sin darme cuenta:
acaso tendré un verso malo en Insurgentes,
o abandoné mi mejor obra en Capel St.
Estudié por años las gramáticas del aire,
no sabía que el suelo también hablaba,
y es tan tarde para aprender otro idioma.
Herencia
Del desierto: un puñado de hormigas,
la polvareda como palabra, el silencio que se eleva
con el golpe de humo de los pastizales.
Una lástima que no quepan en la mano
los huesos de la familia, una sombra de niño
envejecido, las parvadas del estómago
cada que uno se enamora.
Sólo las hormigas entre las uñas
y el deseo de vaciarlas en agua.
Escribir es, a veces, como aplastar a manotazos
los aguijones y la arena, volverlos humo:
conjugaciones de histerias en el aire,
rasguños casi violines para la noche.
Confesarte esto me ayuda a perder esa herencia,
saber que cuando escribo estoy solo y con la mano
un poco más vacía.