Varones + varones

Bernard Hermant

Uno

No le gustó verme peinando a la muñeca de mi hermana. Abrió la puerta del cuarto y me sorprendió haciéndole moñitos a Matilda. Puso una cara de esas que dan miedo y enseguida me vi llorando.

A Mamá le formó tremendo escándalo:

—… ve a ver lo que haces.

Fue lo último que gritó antes de encerrarse en el cuarto a continuar discutiendo con ella. Todo por mi culpa. Nunca debí haber peinado a Matilda. ¡Total! Si mi hermana siempre la despeina.

Estoy en mi cuarto sin poder salir. De la escuela a la casa, como dijo Papá. Llegué de la escuela y apenas me miró. Cuando Mamá fue a recogerme, tenía puestas unas gafas grandes y oscuras. Seguro para no mirarme, o le habrá dado por lucir igual que la seño joven.

Tengo que hacer la tarea de Matemática. Pero no me atrevo a salir del cuarto y pedirle ayuda a Mamá. Seguro está castigada también.

«El área de un rectángulo es de 962 cm², un lado mide 37 cm. ¿Cuánto mide el otro lado?». Si le pregunto a Papá, seguro dice:

—No te dije que CERO salidera del cuarto. CERO muñequitos. CERO salir a jugar. CERO andar con muñecas. —Para él todo da cero.

Tremendo lío me he buscado por querer ver a Matilda tan bella como Diana, no fuera de moda como la tiene mi hermana.

Tendré que mentir cuando la seño me pregunte por qué no hice la tarea. Si digo la verdad se reirán de mí los muchachos del aula. Seguro alguien me dice blandito. Y eso sí que no. Le meto tremendo piñazo. Según Papá, los hombres deben hacerse respetar por las buenas o por las malas.

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Dos

Al otro día tuve suerte y no revisaron la tarea. En el receso nos fuimos, algunos varones y dos hembras, para el sótano a conversar. Esta vez fue de cigarros. Patricio se la daba de fumador para llamar la atención.

—Yo también he fumado —dije yo para que Diana y Patricio me miraran. Pero era mentira.

Al llegar a casa, esperé que Mamá saliera a comprar mandados y le cogí dos cigarros de la caja que esconde debajo del colchón. Es que Papá fuma también y si los deja afuera no le duran. Me encerré en el baño y probé. Por poco me ahogo. No sé qué le encuentran Patricio, Mamá y Papá. No sabe rico. Solo te deja un sabor amargo en la boca y hace toser como si uno tuviese catarro. Tendré que aprender, así le intereso más a Diana y a Patricio.

Quedamos en llevar cigarros para fumar a escondidas a la hora del receso. También compraremos caramelos para quitarnos la peste de la boca. Eso lo vi en una película, en que un hombre prometió a su mujer no fumar más y para que ella no lo descubriera, masticaba unos caramelos.

—Javier, qué haces con ese cigarro.

¡Ay, mi madre!, ahora sí que me atraparon.

—Ay… ay… papi no me metas más.

Le cojo un odio a Papá cuando me mete. Me da una rabia tremenda y en ese momento deseo que le pasen cosas malas. Pero después me da miedo que pudiera pasar lo que deseé. Me sentiría muy mal.

A las niñas del aula les encanta Patricio, es que habla con tremenda rutina:

—What´s up man? ¡Está buena esa niña cantidad!

Tres

Besar a Diana sería tremendo, digo, si ella me dejara darle un beso en la boca. Papá diría:

—Estás hecho un cabrón.

Y Mamá le dirá:

—Y después dices que no se parece a ti.

Todo esto da felicidad para ellos…