Si barco o bola de nieve fue - Un polisíndeton

No hace tanto tiempo en mi país…

…un territorio poblado de árboles y de desiertos se dividía entre muy ricos y muy pobres. Los pudientes, conservadores, manifestaban cierta distancia y poco fervor hacia los desheredados, progresistas, idealistas… y viceversa. Cada uno quería imponer su concepción de Estado. Dos espíritus querían habitar el mismo cuerpo. Unos querían un trono alto y voluminoso, de encajes metálicos y oropel, en cuyos cojines se habían aposentado reyes y hombres de una misma sangre, y el otro repartir el poder entre el pueblo, que la tierra fuera para quien la trabajaba; que un fruto no germinara en una tierra ajena. En el país, había sombra y sol para todos, pero visiones distintas del porvenir. Se lamentaban los poetas desde siglos de aquel mal inherente al territorio. Mojaban las plumas en hiel cuando escribían acerca de la península. Un desastre de tierra, un cajón de pus y madera podrida; una madre con dos hijos, tres panes y solo ojos para uno de ellos. 

Así las cosas, fue pasando el tiempo hasta que…

…un gobierno vendó los ojos a dos hombres que iban a romper una piñata y acabaron hiriéndose el uno al otro. También quebraron la piñata. El gobierno había confiado en que los golpes fueran certeros y exactos. Demasiada confianza para un pueblo cegado, borracho de mucha palabra, ¡bien bonita!, pero de poca visión conjunta. Paradójicamente, los que menos sufrieron fueron los propios palos, enhiestos y firmes, pero los cuerpos quedaron maltrechos.

…un grupo de militares sin escrúpulos ni amor por su pueblo cortó la cuerda que sostenía la valla entre dos enemigos, que los mantenía separados y seguros. Y estos, vencido el obstáculo que los apartaba, se mataron entre sí. La irresponsabilidad cívica y humana de los militares, su falta de empatía y la saña con la que cometieron la imprudencia de echar dos gallos a un mismo corral, animó a muchos a emprender la senda de la barbarie, con todas las consecuencias, y a nunca recular. Sin orden social ni protección estatal ni defensa jurídica ni apoyo institucional, el pueblo de a pie hizo lo que pudo, y parte de este se ensañó contra enemigos viejos, y parte de este se defendió ante inquinas vetustas, y parte de este formó una milicia con hombres ataviados con tirachinas y fusiles que apuntaban hacia atrás, alpargatas sueltas y gorras horadadas. 

Y comenzó entonces la Guerra Civil. 

David Uclés

David Uclés (Úbeda, España, 1990). Es escritor, músico, dibujante y traductor e intérprete de alemán, francés e inglés. Su tercera novela, La península de las casas vacías (Ediciones Siruela), fue galardonada con el Premio Cálamo Mejor Libro del Año 2024, el Premio Andalucía de la Crítica, el Premio Espartaco a mejor novela histórica, el XX Premio Dulce Chacón, el Premio San Clemente y el Premio Kelvin 505 a mejor novela fantástica. También fue la candidata española al Premio de Literatura de la Unión Europea 2025 y fue finalista de la VI Bienal Vargas Llosa. Ha alcanzado 25 ediciones en año y medio y ha vendido más de 250.000 ejemplares, siendo elegida uno de los best sellers de los años 2024 y 2025. La novela está siendo traducida a diez idiomas: francés, portugués, italiano, danés, rumano, catalán, euskera, checo, alemán y griego, y ha recibido los halagos de Joaquín Sabina, Iñaki Gabilondo, Ian Gibson o Irene Vallejo. Fue elegida segunda mejor novela del año por el jurado de la lista anual de Babelia (2024). }}También ha publicado las novelas Emilio y Octubre (Dos Bigotes) y El llanto del león (Premio Complutense de Literatura 2019), y fue galardonado con las becas Leonardo y Montserrat Roig. En sus obras predomina el realismo mágico. Ha trabajado en Alemania, Suiza y Francia. Actualmente escribe para La Vanguardia, El País, Diario Jaén y La Ser. También ha participado en varios festivales literarios: Centroamérica Cuenta, Festival Eñe, Hay Festival, Festival 42, FLEM, Book Friday y Literaktum, y clausuró la Biennal de Pensament de Barcelona.


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